miércoles, 13 de julio de 2016

El deporte es malo para la salud


“Mens sana in corpore sano” reza el lema olímpico de Pierre de Coubertin, y todos los que practicamos deporte podemos confirmar que es verdad: mejora el estado físico, anímico y mental. El deporte no solo produce beneficios para la salud, reduciendo el riesgo de enfermedad coronaria, mejorando el control de la glucemia, controlando la hipertensión arterial, la obesidad y el estrés, sino que además estimula la producción de endorfinas que actúan como neurotransmisores del placer y nos hacen más felices. Sin embargo a muchos deportistas de élite el deporte les sienta mal y acaba con su salud, e incluso, con su vida.
Es curioso que los deportistas profesionales, que pasan numerosos controles médicos, sean los más afectados por problemas de salud relacionados con la práctica competitiva del deporte. En este sentido hay que destacar la acción de muchos profesionales médicos del deporte que velan por la salud de los deportistas. Es el caso de la Doctora Araceli Boratia, médico del Consejo Superior de Deportes, CSD. Araceli es experta en los beneficios cardiológicos del deporte y una gran defensora de la práctica deportiva controlada para mejorar la salud cardiovascular. Leyendo a Araceli  y a otros expertos en medicina deportiva, parece claro pues, que el deporte es bueno para la salud, excepto cuando se tiene alguna enfermedad congénita (en general detectable en los múltiples controles médicos de los deportistas Elite), cuando se usan sustancias nocivas (en su mayoría dopaje) o cuando se fuerza la máquina y no se descansa lo suficiente, cayéndose en el sobrentrenamiento y en un evidente riesgo para la salud. Por desgracia, los profesionales como Araceli no son muy queridos entre muchos de los que se hacen llamar “el mundo del tri”.
 Haciendo un poco de historia de los casos clínicos del deporte podemos ver que desde la antigua Grecia los deportistas consumían sustancias (aguardiente, hongos alucinógenos o semillas de sésamo) para mejorar su rendimiento.  Hasta tal punto que el primer Emperador cristiano de la antigua Roma, el hispano-romano Teodosio I el Grande, los prohibió en el 393 d.c., aduciendo que eran una celebracion pagana. La realidad era que se habían convertido en "un foco de trampas, afrentas a la dignidad humana y drogas", tras 12 siglos de JJOO. Entonces, en la época romana, el deporte recuperó el nombre del espectáculo que mejor le define: “Circo”. Pero a finales del s.XIX se recupera la filosofía griega y vuelven los JJOO y el deporte vuelve a representar los valores e ideales que nunca tuvo. Y los muertos empiezan a aparecer. El primero en 1896, el ciclista galés Arthur Linton, que murió de una crisis de fiebre unos meses después de haber ganado la París-Bourdeaux. Su muerte se atribuyó al consumo desmesurado de cafeína y estricnina. Pero lo curioso del caso es que otros dos ciclistas entrenados por el mismo entrenador que Linton, el galés Choppy Warburton (el primer ángel negro del ciclismo), fallecieron también poco después. Un gurú vamos. Tras la primera y segunda guerras mundiales el consumo de anfetaminas se dispara entre los deportistas. Una droga muy utilizada con objetivos militares encuentra en el deporte un nuevo mercado. El legendario ciclista Fausto Coppi fue uno de sus principales valedores, “la bomba” llamaba a sus cocktails de vitaminas y anfetas. Su extraña muerte siempre ha estado rodeada de controversia y en ocasiones vinculada al dopaje. El primer muerto en los JJOO fue el ciclista danés Knud Enemark Jensenn en la prueba de 100 km contrareloj de las Olimpiadas de Roma 1960.  La autopsia reveló el consumo de anfetaminas. El abuso de las anfetaminas tiene su punto culminante en 1967, con la muerte de Tom Simpson. El ciclista inglés fallece cerca de la cima del Mont Ventoux por cansancio y deshidratación a causa de una mezcla de anfetaminas y alcohol. Estos dos trágicos sucesos son los desencadenantes del inicio de los controles antidopaje en 1968. El Tour y los JJOO son los primeros en obligar a pasar control antidopaje. Aunque, desde 1928, la Federación Internacional de Atletismo ya prohibió el uso de sustancias dopantes, no fue hasta la década de 1970, cuando los controles antidopaje se generalizaron. Los resultados no fueron del todo buenos pues no detectaban  esteroides anabolizantes, que eran la droga de moda en aquellos años. Desde siempre la lucha contra el dopaje ha ido por detrás, no ya de los dopados, no, si no de los muertos.

Uno de los casos más dramáticos conocidos de problemas de salud en deportistas es el de la antigua Alemania del Este. Cientos de deportistas dopados desde los 12 años con el único fin de conseguir medallas. La mayoría enfermos años después, o muertos, o con hijos afectados por malformaciones. Nadie lo quiere arreglar, eran usados para experimentar, y muchos se beneficiaban. A simple vista ellos mismos, pero eran los que arriesgaban, en el fondo el beneficio fue para entrenadores, médicos, farmacéuticas, federaciones y el orgullo patrio. Aunque esto no es un problema exclusivo de naciones comunistas, deportistas enfermos o muertos por efecto directo o indirecto del deporte ha habido muchos y muy famosos en todos los deportes y en todos los países  (Reggie Lewis, Kaj Andersen, Janos Farago, Roger de Wilde, Brigitte Dressel, Luc De Rijck, Lyle Alzado, Glen Housman, Florence Griffith, Marco Pantani, Frank Vandenbroucke, el “Chava”, IanThorpe, Christiane Knacke, Carl Lewis, Vicente Lopez Carril, Jacques Anquetil, Samantha Riley, Michael Rogers, Dani Jarque, Julia Vaquero,…). Dentro de las más graves epidemias de muertes por causa del deporte en paises “democráticos”, es importante destacar los sucesos que acontecieron entre 1987 y 1992 entre los ciclistas holandeses y belgas. Estamos hablando de la nueva era del dopaje, del dopaje del siglo XXI, del dopaje genético.

Entre esos años se reportan hasta dieciocho muertes por problemas cardíacos en Holanda y Bélgica, 5 en 1987 (holandeses), 3 en 1988 (dos holandeses y un belga), 5 en 1989 (holandeses) 5 más entre 1991-1992 (tres belgas y dos holandeses). Entre ellas hemos confirmado 22, no está mal: Kees Evers (1987), Wim Hollar (1987),  Harry Van Pierre (1987), Reinier Valkenburg (1987), Ruud Brouwers (1988), Connie Meijer (1988),  Gerard Ratterman (1988), Geert Van de Walle (1988), Arjan de Ridder (1989),  Wim Rutte (1989), Willem Paardekooper (1989), Piet Steenvoorden (1989), Bert Oosterbosch (1989), Johannes Draaijer (1990), Patrice Bar (1990), Dirk de Cauwer (1990), Jef Lahaye (1990), Geert Reynaert (1990), Patrick Coone (1991) , Bart Zoet (1992),Wim Lambrechts (1992) y Philippe Van Coningsloo (1992), además de  Geert De Vlaeminck (1993) y Carmino Baelen (1993). Nos falta uno en 1987 y hemos quitado a Jurgen de Cock y Leo Duynham (1990) que no están confirmados. La mayoría de ellos amateurs o neo-profesionales (Isoglass, Lotto,TVM, Tulip, PDM), la mayoría jóvenes, menos de 25 años. Ratterman, y Van Pierre eran mayores de 30 años y eran todavía amateurs, pero Paardekooper, Steenvoorden, Zoet y Lahaye estaban ya retirados, murieron con cerca de 50 años. Quitando a estos cuatro, nos quedan 18, la cifra mágica. Uno de los compañeros de estos chicos fue arrestado años después en Bélgica por traficar con el “Pot Belga” (Jean Marie Vernie). Fueron los conejillos de indias del dopaje genético, quitando los campeones como Oosterbosch todos eran prescindibles. Daba igual si morían o no, lo importante era testar si la rHuEPO servía y vaya si lo hizo. Desde 1986 la rHuEPO desarrollada por Amgen estaba en fase de ensayos clínicos en Europa. Esos años se debía probar la sustancia en humanos y confirmar que era válida para su comercialización. En 1989 la rHuEPO (EPO) se convierte en una sustancia legal a la venta.
Paralelamente la droga se suministró entre los deportistas de ski de fondo. En los JJOO de Calgary de 1988 los rumores de una nueva y potente droga se convirtieron en noticia. Uno de esos esquiadores era Gottlieb Taschler. La duda no era si se usaba EPO o no, la duda era saber cómo se estaba usando y conocer los efectos. El ciclista del PDM Steve Rooks fue de los primeros que confesó tomar EPO desde 1989, coincidentemente el año que se comercializa oficialmente, coincidentemente un año después de su mejor resultado en el Tour, coincidentemente un año antes de la muerte de su compañero Draaijer. Desde entonces el deporte profesional y amateur ya no es lo mismo. Enfermedades cardíacas, muertes, récords y rendimientos suprahumanos convierten al deporte de los años 90 y posteriores en el Museo de los Horrores, un Circo en el que los deportistas son marionetas y los poderes federativos, económicos y políticos los manipulan a su antojo. Ya no hay que comprar a los árbitros o a los jueces, ahora basta con un pinchazo invisible, un pinchazo que te transforma en campeón, un pinchazo que a largo plazo puede ser mortal.
Pero hay gente que todavía no se entera. Gente con estudios, con doctorado, con autoridad docente. Gente que piensa que todo es una conspiración de los poderes moralistas de los que no aman al deporte, y luchan contra el dopaje siempre en inferioridad de condiciones. El investigador periodístico Bernat López ha estudiado en “profundidad” el caso de las 18 muertes de ciclistas holandeses y belgas a principios de los 90. Su extenso análisis bibliográfico le lleva a concluir que la relación de la EPO con esas muertes no tiene base científica, que es todo una invención, una leyenda urbana creada artificialmente para demonizar la EPO. Una EPO, que según el Doctor López, no causa la muerte repentina, como ocurrió en esos casos. Además, este producto de la avanzada investigación española atribuye todos los artículos que hablan de esas muertes a una conspiración de los moralistas de la lucha contra el dopaje, llegando a afirmar que las muertes de 1896 y 1960 tampoco se debieron a las anfetaminas. Evidentemente no hay pruebas de que Linton tomara estricnina. Entonces no había controles, ni creo que la autopsia encontrara esas sustancias. Pero en el 100% de los casos los rumores sobre dopaje se han visto confirmados, y en el 100% de los casos la realidad ha superado a la ficción. Especialmente en el ciclismo donde ya se sabía que se usaban mezclas de cafeína, estricnina, cocaína  y alcohol para estimularse. Eso y que los dos otros discípulos de Choppy Warburton tuvieron numerosas victorias y murieron en las mismas circunstancias, deportistas, jóvenes y con problemas de salud. Además de las denuncias de su difunto pupilo, Jimmy Michael, alegando que Choppy le intentó envenenar. Ni López ni yo estábamos allí y por tanto no sabemos lo que tomó Arthur Linton, pero la historia del deporte nos ha demostrado que donde hay un rumor, hay un problema. En el caso del ciclista olímpico de 1960 hubo autopsia y aunque oficialmente no reveló el uso de anfetaminas, años después uno de los médicos afirmó que sí había sustancias, una de ellas anfetaminas. Pero es más, su entrenador confesó haber dado al corredor sustancias dopantes, aunque luego se retractó. Si alguien se cree la versión oficial de la historia tiene un problema grave y debería ir a un medico, aunque probablemente lo suyo ya no tenga cura.

Pero si la interpretación de los casos de Lindon y Jensen se puede atribuir a un autor externo, Verner Moller y Paul Dimeo fueron quienes analizaron con detalle ambos casos, con lo de la EPO y los Países Bajos la responsabilidad es totalmente del Doctor López. El artículo de López no tiene desperdicio. Como estudio bibliográfico sobre el caso de las muertes por problemas cardíacos en ciclismo es extraordinario, como análisis crítico y capacidad de entender y sacar conclusiones demuestra el grado de analfabetismo funcional en el que está la investigación en España. Entrando en los detalles del artículo, el propio Doctor admite que es imposible saber la verdad por lo que propone en primer lugar confirmar y documentar las muertes. El “extenso” trabajo bibliográfico del artículo da como resultado 49 ciclistas muertos entre 1987- 2010: 22 Belgas, 11 Holandeses, 5 Italianos, 3 Franceses, 2 Británicos, 2 Australianos, 1 Colombiano, Noruego, Polaco  y Español. De ellos solo se reportan 17 entre 1987- 1992: 9 Holandeses, 6 Belgas (15), 1 Británico y 1 Francés. Y esto le parece normal, la mitad son de la zona de influencia de las primeras pruebas clínicas de la rHuEPO y dice que es normal, 2.5 muertes súbitas por año en países como Holanda y Bélgica ¡Que saque la media de los otros países a ver si se parece! Pero no solo eso, es que para reforzar su idea, el autor relaciona datos de muerte súbita en otros deportes, países y fechas, sin detallar cada caso. Concluyendo que la media anual de muertes en Holanda y Bélgica, 1.25, es muy poco y que solo la mala intención de los que interpretaron esas muertes puede relacionarlas con el hecho de que esos años empezara a usarse la rHuEPO. Pero lo peor del artículo es el análisis individual de las muertes. Primero quita las de antes de 1987, lo cual es acertado (aunque 1986 fue el año de los primeros ensayos), quedándose con 17 muertes, todas ellas relacionadas en nuestra lista. Pero a partir de ahí los argumentos siguen así:
-        Tres de las muertes con de ciclistas retirados hacia muchos años, por lo que no hay motivo para pensar que usaran EPO, se queda con 14.  
-        El Doctor López considera que la EPO mata en un plazo corto de tiempo. Por lo tanto quita a Bert Oosterbosh de la lista, murió un año después de dejar el ciclismo, tras conocer sus problemas cardíacos. Nos quedan 13.
-        Cuatro de esos trece murieron entre Octubre y Febrero, fuera de temporada. Las descuenta por que no tiene sentido que usaran una droga tan cara esos meses. Nos quedan 9.
-        De los nueve, siete eran ciclistas amateurs, luego, según el avezado Doctor Lopez, es impensable que usaran EPO.
-        Le quedan 2, que dado su bajo nivel de profesionalización, tampoco son sospechosos de haber tomado EPO.
-        Y concluye: de la veintena de muertes asociadas a la EPO entre los años 1987-1992 en Holanda y Bélgica, solo en uno o dos casos hay evidencias, si es que realmente las hay.
Este es el nivel de la investigación en España ¡Y esto esta publicado en una revista internacional! Pero para algo tenia que servir tanto esfuerzo, y el exhaustivo análisis bibliográfico del Doctor López es muy útil. Después de enfangarse en una discusión pseudocientífica de los efectos de la EPO en humanos, que aunque partidista es muy ilustrativa, nuestro Doctor, comenta un artículo muy interesante. Wagner et al. (2001) investigaron el efecto de un hematocrito de 80% en ratones, mostrando que los ratones desarrollaron hipertrofia de los ventrículos y edema cardíaco, reduciendo drásticamente su esperanza de vida. El elevado hematocrito dañaba el corazón debido al aumento de la viscosidad de la sangre. Los ratones no morían en el acto, pero su corazón envejecía y quedaba dañado. Pero claro, eso para nuestro Doctor Español no significa nada. El único estudio que pone al límite al paciente (ratones) y demuestra lo que estábamos buscando, el eslabón perdido de los efectos de la EPO, para él es inútil porque los ciclistas no llegan a esos límites ¿Y usted que sabe? 60% llegaron a tener Riis y Pantani después del Tour en el que debían haber acabado con 38% ¡Eso no es llevar a su cuerpo al límite! En el caso de Pantani en Giro y Tour durante años.  
Para finalizar el análisis del artículo vamos con las principales conclusiones de este brillante trabajo de investigación periodística:
1.    La relación de la EPO con las muertes ocurridas entre 1987-1992 no tiene base empírica.

2.    Las evidencias han sido infladas intencionadamente y es muy poco probable que la EPO sea la razón, principalmente porque hay pocas evidencias científicas de que la EPO cause muerte súbita. Es un mito que ha sido usado por la lucha antidopaje para etiquetar la EPO como una droga de destrucción masiva.
3.    No son 18 muertes sino 14 las muertes que han sido reportadas en Bélgica y Holanda entre 1987-1992 y comparado con los datos entre 1987-2010 no son estadísticamente diferentes.
4.    No hay casos científicos que demuestren que el abuso de EPO provoque embolias, paradas cardíacas o muerte súbita.  
5.    Todo esto es resultado de una intencionada manipulación de los datos por parte de científicos y periodistas ligados a la lucha moral contra el dopaje que han tratado de demonizar la EPO sin pruebas.
Ahí queda eso, meses de excelente estudio bibliográfico para esto. Pero vamos con nuestro análisis de esas muertes, con la replica al articulo del Doctor  López. Análisis que hemos hecho en 15 días, y solo en 4 casos usando las referencias del Doctor López. En primer lugar hay que decir que la lista de las muertes confeccionada por el Doctor esta incompleta, ya las hemos relacionado antes, son 22 muertes de ciclistas belgas y holandeses entre 1987-1992, 18 quitando a los retirados de más de 40 años. La segunda de las hipótesis del Doctor López es considerar que la EPO mata en un plazo corto de tiempo. Eso le lleva a quitar a Bert Oosterbosh de la lista porque murió un año después de dejar la bici. Lo que no dice el Doctor es que ese año Oosterbosch se sacó la licencia de amateur para volver a competir. Lo que no dice el Doctor es que Bert corrió en TI-Raleigh, Panasonic y TVM y dejo el ciclismo por problemas cardíacos en 1988. Lo que no dice el “Doctor” es que la EPO no mata solo en el acto, la EPO produce un sobresfuerzo del corazón que deja secuelas de por vida, y estas pueden llevar a la muerte, un mes, un año o varios después. Un ejemplo claro es el de Florence Griffith. La americana no usaba EPO, no, esta usaba de todo, y ese de todo le provocó una muerte prematura muchos años después de dejar de consumir las drogas, si es que lo dejó alguna vez. También se equivoca el Doctor López en quitar a los ciclistas profesionales retirados. López no sabe que en la época de la barra libre en España (1995 - 2005) el uso de la EPO estaba muy extendido entre los amateurs/máster viejunos. Esos que se dejaban el pellejo por un trofeo, cuando su vida deportiva había acabado hacía muchos años. De hecho uno de los reincidentes por EPO en España fue el del profesional retirado Ángel Vázquez Iglesias (2003 y 2011). El Angelito pagaba su EPO para correr marchas cicloturistas y duatlones de pueblo. Los profesionales retirados deben estar en la lista, son adictos sin solución.
El siguiente error del articulo es el de considerar que en los meses de pretemporada no hay consumo de EPO. En primer lugar hay que decir que la EPO da sus mayores beneficios en el entrenamiento, permite entrenar más y mejor. Una vez conseguidos esos beneficios, solo hay que conservarlos durante la competición, manteniendo el hematocrito en el mismo nivel. En segundo lugar hay que añadir que la EPO no mata de un día para otro. El estudio de Wagner et al (2001) demuestra que la EPO mata lentamente, deja unos daños irreversibles que un día paran el corazón por diversos motivos. No todos los corazones son iguales, ni las dosis las mismas, pero tarde o temprano llegara el día en que el corazón dañado por el alto hematocrito falle.

Otro de los brillantes argumentos es el de que los jóvenes amateurs no tienen medios económicos para pagar una droga tan cara. Evidentemente López ignora que las farmacéuticas usan conejillos de indias para sus experimentos iniciales. Los ensayos clínicos de la EPO comenzaron en 1986, la farmacéutica Amgen eligió sus laboratorios de Europa para esos ensayos. Toda la EPO de finales de los 80, antes de la comercialización en 1989, era muy barata o gratis, y la proporcionaba la propia empresa farmacéutica con el fin de validar el producto. Es algo que no se puede demostrar pero que es conocido en el infra-mundo del dopaje. Solo así se explica que los primeros rumores no fueran en deportes “ricos” si no en el esquí de fondo y el ciclismo amateur. Cuando la droga se prueba entre los parias del deporte, y se ven sus beneficios, la droga se empieza a usar entre los grandes, PDM. Antes no. Pero para eso no hace falta ser Doctor, no, solo hace falta un poco de inteligencia, interés y saber hablar con los parias del deporte. Por esa razón también quiere quitar al belga Patrice Bar del Tulip porque era neo-profesional y venía del ciclo-cross donde se movía poco dinero. Pero los médicos del equipo a raíz de su muerte ordenaron una serie de controles a los corredores. El hematólogo Eugene Janssen entre ellos ¿Para que quiere un equipo ciclista a un hematólogo? En ese equipo también corrieron Michael Zanoli y Johnny Dauwe, muertos en la segunda epidemia de 2003. Y también corrió Brian Holm Sorensen, el director adjunto del Telekom que reconoció haberse dopado toda su carrera. Tambien hay que prestar atención a las relaciones misteriosas, como por ejemplo que en equipo Tulip estaba entre los managers Sabino Angoitia. El ex-ciclista volvió a España a Cafés Baque y luego a Saunier-Duval, equipos aficionados que arrasaban en todas las pruebas. Cuando Sabino consiguió financiación para formar un equipo pro, sería el equipo de Horner, Riccó, David Millar, Lobato y el Perdi !Toma ya!

Tras este análisis parece claro que no hay porque quitar a nadie de la lista. Los 18-22 ciclistas muertos en Bélgica y Holanda entre 1987-1992 podían haber tomado EPO y podían haber muerto por efecto de la EPO. En cuanto a las conclusiones, aunque podemos estar 100% de acuerdo con el hecho de que no hay pruebas empíricas, no hay sustancia, que relacione esas muertes con la EPO, es también claro el hecho de que este joven y avezado investigador catalán, saludos a la familia girondense de Armstrong, evita hablar de las evidencias. Evidencias contadas en primera mano por alguno de los afectados, la esposa de Draaijer, "He took erythropoietin”, que telefoneo a la mujer de Lemond para contarle que la EPO había matado a Draaijer. Eso fue poco después de su muerte, ahora, años después Anna Lisa se retracta “He also had a genetic heart condition”, algo que los numerosos controles de los médicos de PDM no habían detectado. La autopsia de su muerte reveló que su corazón parecía el de un anciano de 70 años. Otra evidencia es que el propio Lemond salió pitando del PDM cuando vio los métodos que usaban, o que dejó el ciclismo cuando un segundo ex-compañero (Philippe Casado) acabó muerto en las mismas circunstancias. Otra evidencia es la confesión de Dag Erik Pedersen, contando por qué dejó el PDM. O la del propio Peter Winnen, que conocía los casos de los ciclistas amateurs muertos en su país y nunca quiso fichar por PDM ¿Es esto fruto de los moralistas de la lucha anti-dopaje? ¿O más bien es un secreto bien guardado dentro la mafia del ciclismo? Esa mafia que cuando Manzano confesó le llamaron mentiroso y luego se descubrió que Manzano tenía razón. O la misma mafia que cuando los registros del Tour en 1998 decía que era una persecución y luego se destapó que todo era verdad.
Pero lo peor no es ignorar o silenciar las evidencias, lo peor es utilizar el conocimiento científico a tu favor cuando es imposible demostrar científicamente que la rHuEPO mate. Primero porque nadie se va a someter a ese estudio, y segundo porque la rHuEPO no es una droga como las anfetaminas que tenga efectos inmediatos. La muerte, o se produce por envenenamiento (sobredosis elevadísima), o si no es por los efectos a medio-largo plazo. En el segundo caso, cuando sobreviene la muerte, la EPO ya no está en tu cuerpo y por tanto es imposible demostrar que ocasionó la muerte. Por eso los científicos solo se basan en la lógica: si la EPO estimula la producción de glóbulos rojos, y esto espesa la sangre, y el corazón hace mas esfuerzo para bombearla, es lógico pensar que puedan producirse problemas cardíacos, trombosis cerebral, ataques de corazón y en muchos casos la muerte súbita años después del tratamiento. Además de aumentar la probabilidad de estimular células cancerígenas. Por lo tanto, el hecho de que no se pueda demostrar al 100% que esas muertes fueron debidas a los efectos de la EPO, no quiere decir que todo sea un montaje de los moralistas del antidopaje. Sobre todo si tenemos en cuenta que la EPO alcanza más ventas entre gente sana que entre pacientes enfermos.

Para liar un poco más el asunto vamos con más rumores sobre la EPO de finales de los 80, más datos. El primero es el caso de los corredores de orientación suecos muertos en esos mismos años. Un estudio científico reveló que de 16 corredores muertos entre 1979-1992, la mitad murieron entre 1989-1992. La media entre 1979-1989 era de poco menos de 1 corredor muerto al año, pero entre 1989 y 1992 la media es el doble, con el agravante de que en 2 años (1991-1992) murieron cinco. Tras la última muerte la federación sueca de orientación prohibió competir a sus profesionales por un plazo de 6 meses mientras analizaba la causa de las muertes. No se encontró EPO en sus cuerpos pero en muchos de los casos las pruebas de esfuerzo previas tampoco  habían encontrado ninguna patología. Todavía hoy es un misterio lo de aquellas muertes, un misterio que se atajó enseguida, pues solo había una respuesta: dejar de competir. La causa de las muertes no era el corazón eran los premios y el orgullo humano.
Otro dato de gran importancia es el de los casos reportados de consumo de EPO y cuadros clínicos similares a las muertes de los años 1987-1992. El caso de un ciclista profesional español (Banesto y Mapei) es el más claro de ellos. El doctor Martínez Lage de la Clínica Universitaria de Navarra atribuye al consumo de sustancias dopantes, entre ellas la EPO, el cuadro de trombosis que afectó al ciclista. El estudio esta publicado en una revista científica internacional, el Doctor López lo conoce (está en el draft del artículo) pero no hace relación a él en todo el texto. Otros datos de menor relevancia son relativos a lo extendido que estaba el dopaje en esos años. Es interesante la historia de uno de los masajistas de Festina, el ex-profesional Willy De Voet, que cuenta por qué se contrataron médicos para controlar el dopaje organizado en los equipos o el artículo de Carlos Arribas sobre la EPO: el día que la droga mató al ciclismo.

 Pero la clave todo esto está en los primeros años del equipo PDM (1986 - 1991). Según testimonios de sus propios corredores (Steven Rooks), el PDM, el equipo de Draaijers comenzó a usar la EPO en 1989. Es el primer equipo Elite-UCI en el que hay constancia del uso de la EPO. A parte de la muerte de Draaijer, un año después de ese 1989, podemos encontrar que dos corredores de PDM de los años 1988-1990 dejaron el ciclismo por problemas cardíacos: Hans Daams y Rudy Dhaenens. Además de Gerry Knetemann, muerto por un ataque al corazón, y Gert Jan Theunisse, el melenudo escalador holandés que también tuvo problemas cardíacos. A raíz de esos problemas dejó el ciclismo profesional en 1995. En 1999 tuvo un infarto, hacía mucho que no era profesional. Pero el esfuerzo de esos años le pasó factura, diez infartos seguidos y marcapasos con 50 años. Creo que sobran las palabras, el dopaje, la EPO mata. El deporte NO. En el PDM hubo doctores desde sus inicios, fueron pioneros en el uso de la medicina deportiva a nivel de equipo, el primero el Doctor Wim Sanders y después los Doctores Peter Janssen y Hans Strijbosch (PDM). Estos dos nos dieron en el año 2000 algunos de los nombres de los ciclistas muertos, y una de las claves de sus actividades ¿Por qué los ciclistas dormían con pulsómetro y cuando las pulsaciones les bajaban se levantaban a hacer rodillo? Esa y solo esa es la evidencia más clara de que los médicos de los equipos sabían de la relación entre la EPO y la muerte súbita en la cama. O sea, que tenemos a los médicos de PDM esos años relacionados con el dopaje (Peter Janssen y Wim Sanders), tenemos un muerto relacionado con la EPO (Draaijer), otro muerto años después (Knetemann) y tres prematuras retiradas por problemas cardíacos (Daams, Dhaenens y Theunisse), además de los meses de cárcel de Sanders por traficar con sustancias dopantes en Holanda. Cinco casos en 22 corredores que pasaron por PDM entre 1988-1991: Raul Alcalá, Johannes Draaijer (R.I.P.), Steven Rooks, Sean Kelly, Gert-Jan Theunisse (marcapasos), Martin Earley, Marc van Orsouw, Adrie van der Poel, Andy Bishop, Dirk de Wolf, Rudy Dhaenens (problemas cardíacos), Jörg Müller, Peter Stevenhaagen, Gerrie Knetemann (R.I.P.), Hans Daams (problemas cardíacos), Eric Breukink, Dag Erik Pedersen, Danny Nelissen, Frank Kersten, Uwe Raab, Greg LeMond y Uwe Ampler. Eso y el “asunto” del ¿Intralipid?, que les hizo abandonar el Tour 1991 en masa con el mejor equipo del mundo y con Breukink como uno de los favoritos. Muchas dudas, demasiadas como para afirmar que todo es una conspiración de los moralistas del anti-doping.
 Pero con la retirada masiva del PDM en el Tour 1991 no acaban las muertes, no, siguen a lo largo de los 90, aunque a un ritmo más normal, 2 al año, alguna de ellas relacionadas también con la EPO (Casado). Así hasta que entramos en 2003. Coincidiendo con las victorias de Lance Armstrong en el Tour de Francia y con las confesiones de Jesús Manzano, más de 10 ciclistas mueren en circunstancias parecidas en dos años: parada cardíaca en la cama o entrenando. Sus nombres: Denis Zanette, Marco Ceriani y Marco Ruscony de Italia, Fabrice Salanson de Francia, Stive Vermaut, Michel Zanoli, Johnny Dauwe y Gerry Knetemann (TI Raleigh,Tulip y PDM) de Holanda, Kenny Vanstreels, Bert Heremans, Tim Pauwels y Johan Sermon de Bélgica, además de los malogrados Marco Pantani y Jose Maria Jimenez. El Chava y Pantani murieron por combinación de otros efectos, los otros solo eran ciclistas del montón. A casi nadie le importó. A nosotros sí ¿Por qué ocurre esta nueva epidemia de muertes entre 2003-2004? La respuesta es…CERA, la EPO de tercera generación, está en periodo de prueba. Es barata y hay que testarla, corredores jóvenes amateur o neoprofesionales (Sermon, Pauwels, Vanstreels, Ceriani y Ruscony) y profesionales viejunos o retirados (Zanette, Zanoli, Dauwe y Knetemann) antes de ser utilizada por los mejores equipos profesionales en 2008 (positivos de Piepoli, Kohl, Riccó y Schumacher en el Tour y al año siguiente Nozal y el biker/ciclista/triatleta Héctor Guerra, un pionero). Misma historia 15 años después, antes de 1987 un muerto al año de media, entre 1992-2002, dos de media, después de 2004, dos, en los períodos 1987-1992 y 2003-2004, cinco ¿Coincidencia? ¿Manipulación de los moralistas de la lucha antidopaje? No, EPO la droga de destrucción masiva…
Bueno, y después de esta sobredosis de ciclismo, alguno preguntará ¿Y esto que tiene que ver con el triatlón? Pues mucho, es el aperitivo, el estado del conocimiento de los problemas de salud en el deporte desde 1990, años en los que se desarrolla el triatlón. Todos los problemas de salud de los deportistas del s. XXI tienen una única respuesta. Veremos en el siguiente artículo cual es el estado de salud del triatlón, un deporte muy saludable...