miércoles, 27 de septiembre de 2017

La Trilogía del trideporte (III): historia del doping.




El trideporte como le conocemos hoy en día empieza en 1978 en las islas Hawaii. Los marines americanos que invadieron las islas se aburrían y siguiendo las ancestrales tradiciones hawaiianas se retaron en una competición nueva y mítica, el Ironman: nadar 3'80 km, rodar en bici 180 km y correr la distancia de una maratón, 42’19 km…y sin controles antidoping hasta 1990.

¿Y en el resto de deportes? Pues aunque tomar sustancias peligrosas para la salud con el objetivo de mejorar el rendimiento estaba prohibido, en realidad no había medios para controlarlo. El primer control antidopaje se hace en 1966, en ciclismo, fútbol y atletismo. La muerte de Tony Simpson en 1967 durante la subida al Mont Ventoux fue el detonante para que se intensificaran los controles y empezaran las sanciones. Los JJOO de México 1968 fueron los primeros con controles antidopaje. Hasta ese año las drogas no eran detectables y había barra libre de todo. Pues bien, para explicar y entender la historia del doping en el trideporte empecemos por el principio: la historia del dopaje en sus deportes hermanos.

 Las primeras noticias o evidencias sobre el uso de sustancias dopantes en el deporte se remontan ya a la antigua Grecia, y en el deporte moderno nos encontramos con el dopaje a finales del siglo XIX, en natación y ciclismo. Pero el primer caso conocido en una competición grande, los JJOO, se da en 1904 en el maratón: Thomas Hicks, el campeón olímpico de maratón en los Juegos de St. Louis. El entrenador de Hicks le inyectaba estricnina durante la carrera para aguantar el esfuerzo de más de tres horas. Hicks estuvo a punto de morir por los efectos de los pinchazos. Alcohol, cafeína, cocaína, estricnina, trimethyl y nitroglicerina eran las drogas usadas en aquellos primeros años, el resultado: un ciclista muerto, Arthur Linton, y varios casos reportados. Todos campeones, todos con gurús. El primer sancionado por dopaje aparece 4 años después, en el maratón de Londres de 1908. El italiano Dorando Pietri es sancionado por un supuesto dopaje con estricnina. No había controles y los anglosajones no estaban muy contentos de haber perdido el oro en la prueba reina del fondo atlético. La corrupción deportiva, por dinero o por el orgullo de que gane nuestro candidato, nacía incluso antes que el dopaje.

 Y entonces llega la I Guerra Mundial (1916-1919) y con ella el uso de drogas para mejorar el rendimiento de las tropas. La primera, la cocaína, el lugar, Holanda. La usaban los soldados aliados para combatir a la Alemania imperial. La droga se llamaba “Forced March”, un término muy militar, y se comercializó en los años 1920s. Por supuesto los alemanes también tenían la suya. Esa misma cocaína fue usada después de la Gran Guerra en el Tour de Francia. Solo tenemos testimonios de su uso en la carrera ciclista, y nos quedamos con las ganas de saber si los grandes campeones de natación y atletismo, Johnny Weismuller y Paavo Nurmi, le daban a la coca para ganar. Pero sabiendo que uno de los que confesó que tomaba cocaína (y estricnina y aspirina) era un campeón, Henri Pellisier, el primer francés en ganar el Tour después de la Gran Guerra, todo hace pensar que las “bebidas energéticas” de la época funcionaban y que eran la bebida de los campeones. En Finlandia la cocaína era legal en los 1920s y se tomaba en las fiestas de la alta sociedad.
Entre el final de la Primera Guerra Mundial y 1940 el mundo atraviesa veinte años de tensión en todos los ámbitos. Y el deporte no iba a ser menos. EEUU, Gran Bretaña, Francia, Japón y Alemania buscan la hegemonía mundial y el deporte es una excelente plataforma propagandística de sus respectivos “sistemas”. Y en ese ambiente de propaganda de Estado, en 1931 tenemos a la primera gran estrella mediática del deporte: Paavo Nurmi. Uno de los primeros en cobrar por anunciar “material deportivo”: una droga de testosterona. Por ese motivo Nurmi fue expulsado del equipo que compitió en Los Angeles 1932. Entonces los deportistas eran amateurs y no podían percibir salarios de las marcas. La droga en sí no era gran cosa, pero era la primera vez que se intentaba usar un medicamento con testosterona para mejorar el rendimiento, Rejuven se llamaba. Y el primer gran campeón del largo aliento, y otros atletas suecos, la publicitaban como algo revitalizante. Probablemente Nurmi no utilizó en los años de sus victorias (1920-1928) ese medicamento, pero que sacrificara su carrera deportiva por un puñado de coronas dice mucho de la moral mercantilista del finlandés. Una moral que podía llevarle a usar sustancias como la cocaína, estricnina o nitroglicerina para quedar por encima de sus rivales. Y del gran campeón finés y la genética escandinava para el largo aliento nos vamos a la natación y al gen japonés de los años 1930s. Después de la victoria en la I Guerra Mundial el poderío militar de Japón fue en aumento y las agresiones militares a China se intensificaron con el desarrollo de explosivos. En esos años los japoneses arrollaron en Los Angeles 1932 a los nadadores del Tío Sam. El secreto oficial eran las técnicas de visionado del entrenador Ikkaku Matsuzawa (profesor de química en la Universidad de Tokyo) y unas inhalaciones de oxígeno antes de las pruebas. La realidad era muy diferente. En el vestuario del equipo de natación japonés de 1932 se encontró nitroglicerina (o trinitrotolueno, TNT), también conocida como trinitrina como eufemismo médico. O sea que esos extraordinarios nadadores, que asombraron al mundo con la avanzada técnica de natación japonesa, eran “explosivos”. Parece un chiste lo de la TNT pero con esa sustancia el japo Kusuo Kitamura fue el nadador más joven en conseguir un oro olímpico entre 1932 y 1988. Y también el más canijo. Y de los japoneses de 1932 a los alemanes de 1936. Dominio absoluto del deporte nazi en Berlín, y los rumores de los primeros usos de la testosterona se disparan. En 1935 se había sintetizado la hormona y estaba preparada para su uso farmacológico, aunque probablemente todo fuera nada más que eso, rumores.

 Cuatro años después de los JJOO nazis, en 1940, empieza el conflicto armado más catastrófico de la historia de la humanidad, bombardeos a gran escala, portaviones transoceánicos, submarinos, cazas de ultima generación, el radar, misiles de largo alcance, la bomba atómica y…las anfetaminas. A pesar de los avances tecnológicos en material armamentístico, el arma que en gran parte decidió la guerra fueron las anfetaminas. El novelista Graham Greene tras probarlas concluyó: “La Metanfetamina ganó la batalla de Inglaterra”. Algo que ya había sido declarado por algunos informes de la Guerra que decían que los soldados británicos, incluidos los pilotos, tomaron hasta 72 millones de tabletas durante el conflicto. Las primeras anfetaminas se sintetizaron por primera vez en forma de metanfetamina en Japón, en los años 20. En esos mismos años los propios japoneses ya disponían de efedrina en forma de medicina. Todo gracias al genio de Nagai Nagasoyi, el científico nipón que estudió dichas sustancias. Los japoneses, por tanto, fueron pioneros en la producción y uso de la efedrina y la metanfetamina en los años 20 y 30. Y con ellos los alemanes, que colaboraron en las investigaciones con los japos. Investigaciones que al estar en japonés y alemán tardaron en llegar al mundo anglosajón. Pero aunque tardó, llegó, y en 1932 los USA ya disponían de la droga. En 1938 la metanfetamina es comercializada por los alemanes y usada para potenciar a las tropas nazis. Sin embargo testimonios de la época sitúan su primer uso en los JJOO de Berlín 1936. Aunque son todo conjeturas. Lo que es real es que el Pervitin (Benzedrina) estaba a la venta en los USA en 1936, que los americanos, alemanes y japoneses conocían sus propiedades y que fueron ellos los grandes triunfadores de esos JJOO en atletismo y natación. En maratón y natación los récords eran de japos, y en 10.000m de los fineses, por lo que todo hace pensar que en 1936 seguían con la cocaína de la IWW.
Y con las anfetaminas en circulación, y bien diseminadas entre la población masculina gracias a la campaña comercial que fue la II Guerra Mundial, nos escontramos con los años 1950s en el deporte. Los JJOO vuelven en 1948 y el Tour de Francia en 1947. Y con las grandes competiciones vuelven los campeones, usando los últimos métodos “deportivos” para ganar. Uno de los mas conocidos es la “bomba” de Fausto Coppi. El italiano dominaba el ciclismo de esos años en todos los terrenos y su rivalidad con Gino Bartali sobrepasaba el terreno de lo deportivo. Tanto es así que "El Piadoso" mandaba a sus gregarios seguir a Coppi a las farmacias y entraba después para pedir lo mismo que había comprado su rival. Salvo algunas historias sobre Hugo Koblet, Ferdi Kubler, Louison Bobet y Roger Riviere no se sabe mucho más del uso de las anfetaminas en esos años, pero los récords de maratón y natación fueron cayendo año a año a partir de 1956, y las medias del ganador del Tour eran cada vez más rápidas. Sabemos que en el ciclismo era por las anfetaminas pero en los otros deportes tenemos dudas. Unas dudas lógicas porque esos años estamos en plena Guerra Fría. Los USA y la USSR pugnan por el liderazgo mundial y aparece en escena una nueva droga: la testosterona y los esteroides anabolizantes.

 Pero no son ni los soviets ni los yanquis los primeros en usar la testosterona. El honor es de los nazis, que durante la II Guerra Mundial empezaron a experimentar con la testosterona en sus campos de concentración. Al menos esa es la versión “oficial”, o sea la que los USA nos han hecho creer, la real es difícil de conocer. Lo que es evidente es que las farmacéuticas de los judíos y los propios alemanes lideraban la investigación sobre la testosterona en los años 1930s y que el rendimiento de los alemanes en 1936 y luego en la IIWW hace pensar que efectivamente usaban algo muy potente. Pero lo de 1936 puede ser simplemente el programa olímpico de estimulantes, y lo de la IIWW lo mismo aplicado a la Guerra. El sociólogo John Hoberman defiende la tesis de la “leyenda urbana”. Una vez acabada la guerra es en 1952 cuando se conoce el primer caso de dopaje con esteroides, el doctor Martin Brustmann trata con testosterona al equipo alemán de remo. Otro caso de esos años es el del equipo danés de remo, el fisiólogo Axel Mathiesen les suministraba Androstin a los remeros. En 1952 los soviéticos también empezaron a usar testosterona en levantamiento de pesas. Y como los USA no podían consentir esa superioridad del enemigo, el entrenador americano Bob Hoffman y el fisiólogo John Ziegler espiaron a los soviéticos en Helsinky 1952, y en los mundiales de 1954, hasta que descubrieron el secreto de su rendimiento. En USA Ziegler empezó a usar el primer fármaco con esteroides, Dianabol, de la farmacéutica CIBA, en 1958. Ziegler es conocido como “the godfather of steroids”, y con razón, otros la crearon, pero él los explotó hasta el límite. La droga estaba disponible en USA desde antes (1954) y en los JJOO de Melbourne 1956 la mayoría de los países ya conocían la existencia y las propiedades de la testosterona y de los esteroides anabolizantes.

 Y coincidiendo con la proliferación en el deporte del uso de anfetaminas desde la II World War y esteroides desde 1952-1956, nos encontramos con el avance de los récords en los deportes hermanos: natación, ciclismo y maratón (también 10.000m). Entre 1956 y 1977 los récords de natación bajan año a año en todas las disciplinas. Las chicas de 1.500 m nadaban en 1966 más rápido que los chicos 10 años antes. En ciclismo las medias del Tour aumentan progresivamente hasta su máximo en 1962 (37.3 km/h), en 1966 la media se mantiene en 36.8 km/h y sorprendentemente en 1968 la media baja a 33.6 km/h, desde Louison Bobet (1954) y las carreteras de tierra no se veía una velocidad tan baja. En maratón el récord pasó de las 2h20 de Jim Peters en 1952 hasta las 2h09 de Derek Clayton en 1967. Todos los años se superaba el récord anterior.  La explicación es fácil: el uso de anfetaminas y esteroides sin controles antidopaje. Aunque estaban prohibidos no había posibilidad de controlarlos y los nadadores, ciclistas y atletas honestos se vieron superados por las drogas, claramente. Eran ilegales, el Código del deporte no los permitía, pero los campeones siempre han estado por encima del Código. Todos los récords y los campeones de esos años (Emil Zatopek, Abebe Bikila y su coach finés, Derek Clayton, Dawn Fraser, Don Schollander, Fausto Coppi, Jacques Anquetil, etc) hay que mirarlos con lupa: no había controles.
Y llegamos a 1967, año en que ocurre un hecho importante en la historia del dopaje. En el Tour de Francia, en plena ascensión del Mont Ventoux, con media Europa viéndolo, el británico Tom Simpson cae desplomado por una deshidratación. Simpson casi inerte es evacuado y fallece en el hospital. Su cuerpo presentaba restos de metilanfetamina y alcohol, su maillot contenía varios botes de Tonedron (anfetaminas). Como consecuencia de esto en México 1968 empiezan los primeros controles antidopaje en los JJOO, y seriamente en el Tour, donde desde 1966 se hacían controles pero con muchas protestas de los corredores y sin consecuencias reales. Unos controles que además solo detectaban anfetaminas y otros estimulantes, el resultado fue evidente: la velocidad media del Tour bajó a niveles de 15 años antes y en maratón el récord de 2h09 Derek Clayton de 1967 tardó 14 años en bajarse 1 minuto. Eso sin contar que el propio Clayton unos meses después, con los controles antidopaje de Mexico 1968 no era capaz de bajar de 2h27 ¿Y en natación? Pues a pesar de los controles de estimulantes los récords de natación se siguieron superando año tras año hasta 1976, cuando las marcas se estancan de nuevo. Con estos datos parece claro que ni en ciclismo ni en maratón los esteroides funcionaban como en natación, o que quizás no se usaron tanto. Jacques Anquetil nunca negó el uso de anfetaminas pero tampoco nunca habló de los esteroides. Sin embargo ya hay rumores de que Eddy Merckx, quien dio positivo tres veces por estimulantes, usaba corticoesteroides.  En los años de Merckx prácticamente todos los grandes ciclistas dieron positivo por anfetaminas, y aunque había rumores no fue hasta 1978, año en el que Bernard Thevenet confesó que había tomado corticoesteroides, cuando tuvimos la certeza de que los métodos del Dr. Francois Bellocq (Peugeot-Thevenet) y del Dr. Bernard Sainz (Gitane y Renault-Guimard, GAN-Poulidor) poco tenían que ver con la ciencia del entrenamiento. Pero aunque el uso de esteroides en el ciclismo de los 1970s parece claro, no parece tan claro que los resultados fueran mejores que los de las anfetaminas. No es hasta finales de los 1980s cuando las medias superan claramente las de los años 1960s. Quizás el uso de esteroides no estaba tan generalizado y dado el origen humilde del ciclismo no todos podían permitirse ese lujo. Sabemos por el libro de Fignon y por el Dr. Bernard Sainz que Cyrille Guimard los usaba, y que le dieron buenos resultados desde 1976, y sabemos por Thevenet que el balance hormonal de su Dr. Francois Bellocq era pura química. Solo los grandes los usaron, los demás seguían con las anfetas, pero de forma controlada. A mediados de los años 1980s, con la entrada del ciclismo en las sobremesas televisivas y el aumento del presupuesto por parte de los patrocinadores, el uso de esteroides se generalizó y los resultados se reflejaron en la velocidad media y en el hecho de que el método Guimard ya no funcionaba tan bien.
En maratón ocurrió algo parecido. No sabemos quienes usaron los esteroides, pero sí que a partir de 1967 los récords ya no se batían cada año, prueba de que el control de las anfetaminas estaba dando resultados, mientras los esteroides no eran capaces de superar claramente a los estimulantes. Entre 1968-1976 hubo barra libre de esteroides y pocos bajaron las 2h09 de Clayton y fue por segundos. Sin embargo en la natación la película cambia sustancialmente y los récords siguen cayendo hasta 1976, las chicas alemanas del Este y los americanos USA pulverizan los récords, con un Mark Spitz intratable en 1972, sin anfetaminas pero con barra libre de esteroides. Y aunque años después supimos que las visigodas del Este iban hasta las trancas de anabolizantes, de los USA no sabemos nada. Sus habilidades nadadoras debían ser heredadas del mismísimo Poseidón y por eso hacían lo mismo que las alemanas pero en la piscina masculina. La pendiente de la línea que marca la evolución de las marcas en natación entre 1956-1976 es la misma en chicos que en chicas, prueba evidente de que estaban usando las mismas “armas”. A eso se unen algunas confesiones de grandes atletas de esos años, que nos hacen pensar que el uso de esteroides iba en aumento en los USA. La caída del muro de Berlín en 1989 destapó el secreto a voces de la DFR, pero los USA siguen calladitos, y sus aliados también. En esos años empiezan a detectarse los esteroides en los controles. Los primeros positivos por esteroides datan de 1975, hasta entonces no eran detectables. En los JJOO de Montreal 1976 de once positivos, la mayoría fueron por esteroides anabolizantes, ocho casos. Ninguno de las alemanas comunistas. En 1980, sin embargo, no hubo positivos, pero los rumores de usos de testosterona, que todavía no era detectable, se oyeron hasta en España, en 1984 la nandrolona y la testosterona ya eran detectadas en los controles, y en Los Angeles 1984 cayeron 9 atletas por esas drogas.

 Estamos ya en 1976, los primeros esteroides son detectados en los controles antidopaje de los JJOO y los récords de natación y carrera de largo aliento empiezan a resentirse. Hay que buscar algo nuevo. Pero eso ya se había hecho antes, en 1972. Ese año se destaparon los rumores de que el equipo finlandés de atletismo había utilizado transfusiones de sangre, pero no fue hasta años más tarde, con la confesión de Kaarlo Maaninka, cuando los rumores se convirtieron en noticia. El fondista finés explicó como las transfusiones de sangre le ayudaron a ganar las medallas en los 5.000m y 10.000m en Moscow 1980. Lasse Viren, el plusmarquista y oro olímpico de 5.000m y 10.000m en Helsinky 1972 y Montreal 1976 siempre lo negó, atribuyendo su extraordinario rendimiento a la leche de reno y al entrenamiento en altura. Un entrenamiento que le ayudó a superar a Mariano Haro por primera vez en 1972. La realidad es que los escandinavos conocían los beneficios de las autotransfusiones en 1972 y que los rumores les estallaron en la cara en 1981. A eso se une que Juha Vaatainen ya tuvo problemas con las jeringuillas en 1969 y que en 1984 Martti Vainio dio positivo por esteroides en los JJOO de Los Angeles, perdiendo la medalla de plata. Un positivo que también se atribuye a las transfusiones. Los rusos, vecinos ejemplares de los fineses, fueron los siguientes en usarlas, en las olimpiadas de 1976 y 1980. Y los alemanes del este, que con Waldemar Cierpinski dominaron el maraton en esos JJOO. Dando así una lección de poderío a sus adversarios en la Guerra Fría: los USA y sus aliados de la OTAN, que buscaban en Boulder (Colorado) los beneficios del entrenamiento en altura. Las transfusiones no estaban prohibidas entonces, aunque claramente presentaban un riesgo para la salud del deportista y una evidente mejora del rendimiento de dudosa deportividad. Lo de los fineses era solo el principio de lo que estaba por venir.

 Y llegamos a 1978, año en que nace el Ironman de Hawaii, y a los 1980s, años en los que el trideporte se hace mayor. Ya hemos visto que en 1978 existía un buen conocimiento de las anfetaminas en ciclismo y atletismo y de los esteroides en natación, con numerosos positivos por dopaje con esas sustancias en todos los deportes hermanos del triatlón. Además los deportistas más avanzados usaban las transfusiones sanguíneas con excelentes resultados. Atrás quedaron los arriesgados experimentos con cafeína, efedrina, estricnina, cocaína y nitroglicerina. Los récords y las mejoras en el rendimiento humano llegaron con las anfetaminas y los esteroides. Y los controles antidopaje demostraron que esos récords y esos campeones eran frutos de las drogas y no del entrenamiento. Desde 1968 ya no se corría ni se rodaba tan rápido, y desde 1976 no se nadaba tanto. Y el trideporte, en pañales, crece con esos conocimientos, pero sin controles ¿Y qué pasa? Pues que entre 1980, año de los primeros profesionales, y 1990, año de los primeros controles, las marcas mejoran sustancialmente. Y la historia del dopaje desde entonces se desarrolla en paralelo a la historia del triatlón, y por supuesto en paralelo a la historia de sus deportes hermanos. Con nuestro triatlón ya en marcha, el primer acontecimiento histórico del dopaje se produce en 1985. Un ciclista del equipo olímpico USA, equipo que arrasó en el medallero de Los Angeles 1984, confesó que les doparon con transfusiones de sangre en las olimpiadas americanas. Todos los miembros del equipo confirmaron las declaraciones de su compañero y el escándalo fue mayúsculo. El polaco Edward Borysewicz “Eddie B”, entrenador nacional, el Doctor en fisiología Edmund Burke, director técnico, y el Doctor de la Universidad de Iowa Herman Falsetti, cardiólogo que llevó a cabo las transfusiones, fueron los cerebros y ejecutores de la operación. Igual que la USSR en 1980, los USA arrasaron en el medallero ciclista en 1984. El equipo USA no volvió a ganar una medalla en ciclismo de pista olímpico, pero la experiencia y el conocimiento se quedaron en estos tres nombres, un conocimiento que era la llave del éxito. Y la clientela para poner en práctica esa fuente conocimiento era amplia.

 ¿Y quién era esa clientela? Pues triatletas…Sí, sí, triatletas, y atletas y ciclistas. Hermann Falsetti tenía clínica privada en Santa Ana, muy cerquita de San Diego, donde la élite de los triatletas de la época vivía y entrenaba. El primero de sus clientes después de los ciclistas USA fue Scott Tinley, quien en 1984 empezó a ser paciente de Falsetti. Los resultados fueron excelentes, Tinley ganó en Kona en 1985, batiendo el anterior récord de Dave Scott y bajando su mejor registro en más de 15 minutos y marcando su primer sub9h en Hawaii. Además de a Tinley, el Dr. Falsetti llevó a Alberto Salazar y años después a Lance Armstrong. El segundo triatleta en ser cliente de médicos transfusionadores fue “The Man”. Mientras Tinley en 1985 pulverizaba los registros de Hawaii de la mano del médico de California, Scott observaba desde su casa de Davis y buscaba mejorar en Boulder con los consejos de Ed Burke. Al año siguiente, en 1986, Dave Scott marca un registro histórico en Hawaii: 8h28. 26 minutos menos que su anterior marca y 22 menos que Tinley, que se mantenía en sus 9h00. El "gran salto" llegó con Scott. Probablemente el médico era también Falsetti, pero Dave tenía a Ed Burke de consejero y amigo. Y el tercer triatleta en seguir los consejos de los entrenadores/médicos transfusionadores fue el triatleta Lance Armstrong, quien en 1990 se pasó al ciclismo de la mano de Edward Borysewicz. El triatleta tejano tenía 18 añitos entonces y desde los16 se codeaba con la creme de la creme del trideporte americano: Mark Allen y Dave Scott. Eran los años de la nandrolona de Scott Molina y Lance ya rendía como los triatletas pros. Las transfusiones en el ciclismo USA empiezan en 1984, y en 1986 ya tenemos a dos triatletas, dos de los “Big Four” de pacientes de los médicos transfusionadores. Los “Big Four” dominaron el triatlón en USA y en el resto del mundo en los años 80. El tercero de los “Big Four” Scott Molina dio positivo por nandrolona, la droga de los triatletas, en 1988, 4 años después de los primeros positivos por esa sustancia en los JJOO (Los Angeles 1984). Fue en el primer control antidopaje del que se tiene constancia en el trideporte, hasta 1990 no empezaron en Hawaii. 10 años de barra libre. Pero nos falta uno de los “Big Four”, el más joven y el más listo, Mark Allen. En 1983, de rookie, les ponía las cosas difíciles a Scott y Tinley. En 1986 un Allen con más experiencia mejoraba mucho, pero Scott también, gracias a Burke. En 1987 Allen volvía a reventar en la carrera a pie, un sentimiento de frustración se apodera del americano que decide poner fin a esto…


 …1988, el Ironman de Hawaii se prepara para la batalla del siglo, Scott vs. Allen, pero ésta no se produce. Unos días antes de la prueba Dave Scott decide no participar por unos dolores en la rodilla y Mark Allen no tiene su día, cediendo el triunfo a su compañero de entrenamientos Scott Molina. La espectación y posterior decepción hizo olvidar que en realidad la auténtica batalla empezó ese mismo día, Paula Newby-Fraser pulverizaba el récord de Kona y batía a la Baker, esposa de Molina, por una minutada. Era la victoria del nuevo triatlón frente al antiguo, la victoria del método de los Multisport frente al de Hellemans, la victoria del hematocrito frente a las hormonas. Paula establece una nueva era en el triatlón femenino y sus armas serán aprovechadas por Scott y Allen para la batalla final: “There can be only one”. El Ironwar empieza ese día de Octubre de 1988, y durante un año los dos Ironman americanos estuvieron probando la nueva arma. El 14 de Octubre de 1989 el récord de Kona se superó en casi 20 minutos, desde entonces nadie ha corrido la maratón tan rápido como “The Grip” y “The Man”. En Junio de 1989 la farmacéutica AMGEN consigue la licencia para vender Epogen en la tierra del Tío Sam. En Thousand Oaks (California), al lado de San Diego donde entrenaban tres de los "Big Four" y Paula. En 1988 la droga estaba en pruebas en USA y ya legalmente disponible en Europa. Numerosas muertes en Bélgica y Holanda, cerca del laboratorio donde se realizaban los ensayos clínicos en Europa, y récords en los USA. Y récords en Europa, donde en 1988 un desconocido Belayneh Dinsamo bate el récord de maratón en Rotterdam, muy cerca del laboratorio de Janssen-Cilag en Tilburg (Holanda). El etíope baja su tiempo del año anterior en mas de 6 minutos, bate los tiempos de Derek Clayton, con barra libre de todo, y los de Steve Jones, Carlos Lopes y Robert De Castella, con barra libre de esteroides y transfusiones, y deja un récord intocable por más de 10 años. Ni la barra libre de EPO de los 90 logró batir el récord de Dinsamo. El positivo de Ben Johnson por stanozol y el enmascarador made in UCI de Pedro Delgado completan las proezas de un gran año, Reserva de 1988. En 1989, Allen y Scott mejoran la cosecha, y el triatleta de leyenda A. Alix estuvo allí, de cuerpo presente. Ese año el equipo PDM iba cargadito de EPO al Tour: primeros por equipos, cuatro corredores entre los 10 primeros, todas las clasificaciones secundarias (regularidad, combinada, sprints y montaña), Theunisse y Rooks 4º y 6º, montaña para Theunisse, y varias etapas. En 1988, con las transfusiones, Rooks fue segundo detrás de Delgado. Los rodadores holandeses volaban en las cumbres alpinas, superando a los escarabajos colombianos, años después los planes de transfusiones del Dr. Bertus Fok con PDM en 1988 salen a la luz y Steven Rooks confesaba haber usado EPO en 1989, con el Dr. Hubb Jacobs. Todo bajo la atenta mirada del Dr. Peter Jansen, el médico del equipo. Esos mismos años Mathieu Hermans tambien confesó haber tomado EPO, pero Hermans estaba en el Caja Rural-Orbea de Eufemiano Fuentes, diez etapas en la Vuelta y una en el Tour son el resultado de la química sanguínea del Dr. Fuentes. Récords y rumores en maratón, el récord Ironwar en triatlón y confesiones y muertes en ciclismo, situan al año de 1989, como el año 0 del deporte. El nacimiento de un nuevo mesías: EPO.


 Pero volvamos a 1984 y a los deportes hermanos del trideporte. En los USA 1984 las transfusiones eran su arma secreta y "Eddie B" se dedicó a transmitir el conocimiento adquirido a los ciclistas de ruta. Practicamente todo el 7-Eleven de 1987 había pasado por sus manos, Borysewicz fue el creador de Alexis Grewal, Andy Hampsten, Greg Lemond, el primer yanquee en ganar el Tour, y Chris Carmichael... Pero en la vieja Europa no se quedaban a la zaga. Los JJOO de los Angeles 1984 mostraron al mundo la calidad atlética de Italia, un país que sin oros en toda su historia del fondo atlético, consigue ganar en el 10.000. Los cerebros de aquello fueron el “enigmático” Renato Canova, entrenador nacional italiano de atletismo y su buen amigo Luciano Gigliotti, entrenador de maratón. Bajo la mirada de Canova el equipo italiano cambiaba su sangre con el Dr. Francesco Conconi, de forma legal. Nos lo contó el propio Canova y uno de sus campeones, Alberto Cova. En USA el Dr. Falsetti, y en Europa el Dr. Conconi desarrollaron toda la ciencia de las autotransfusiones aplicadas al deporte. Conconi llevó el récord de la hora de Moser, quien con lenticulares y transfusiones pulverizó los 49,4 km/h de Merckx: 51,1 km/h. Y también fue el hombre que estuvo detrás de los 5 Tours consecutivos de Miguel Indurain, Conconi fue el asesor en la sombra del Banesto y del Doctor Sabino Padilla, auténtico artífice del éxito del Navarro. Y Conconi, desde la Universidad de Ferrara, educó a los doctores que triunfaron en los 90s: Dr. Ferrari, Dr. Cechini, etc... Desde Urs Zimmerman (1986), los triunfos de Roberto Visentini (1986), Stephen Roche (1987), Claudio Chiapucci (1990), Miguel Indurain (1991-1995), Tony Rominger (1993 y 1994), Bjarne Rijs (1996) y Marco Pantani (1998) están relacionados con la ciencia del Dr. Conconi. Incluso el oro femenino de Gabriella Dorio en los 1.500 m de Los Angeles 1984 se le atribuye a Conconi: sangre nueva en ciclismo y atletismo. Además en 1984 los esteroides ya se detectaban y el finlandes que fue plata detrás de Cova dio positivo por metanolona en Los Angeles. Martti Vaini es otro prodigio de la genética finesa, esa genética que es solo una predisposición natural a tomar drogas para el deporte. En Los Angeles 1984 hubo numerosos positivos por testosterona y nandrolona, eran los primeros, a los que hay que sumar el escándalo de los Juegos Panamericanos de 1983, donde hasta 19 deportistas dieron positivo con los nuevos controles de anabolizantes. Otro país destacado esos años fue Portugal, oro en maratón masculino y plata en el femenino ¿Y qué pasa con ese gen portugués de 1984? Pues sabemos poco, secretismo absoluto, salvo que la mayoría de los grandes atletas portugueses entrenaron con Mario Moniz Pereira, el Señor del Atletismo de Portugal, el Pascua Piqueras de allí. Pero ni Pascua, ni Antonio Prieto entrenando en altura, podían con los portugueses de los 80. A parte de eso, poco más, los entrenamientos en Colorado de Rosa Mota, y que los portugueses compitieron de igual a igual con atletas como Lasse Viren, Shorter, Cierpinski, Salazar o De Castella. En el año 2.000 con 11 años de barra libre de EPO el récord de Carlos Lopes era todavía la 15º mejor marca. Si Lopes se hubiera cambiado la sangre en 1985 hubiera corrido el maratón en 2h02, lo cual deja claro que estamos ante algo muy serio.


 Pasado el año 0 de la era del trideporte (1989)  entramos de lleno en la era Allen, 6 años de paz, poder mental y nuevo récord (8h07) sin apenas escándalos de dopaje en ningún deporte. Pero algo se estaba gestando esos años en el ciclismo, algo silencioso que empezaba a ser rumor y que poco a poco ensordecía nuestros oídos. Retiradas masivas (PDM en 1991), exhibiciones prodigiosas con tripletes (Gewiss en 1994) y récords imposibles (el récord de la hora se superó 7 veces esos años) empiezan a hacer sospechar que hay sangre nueva en el pelotón. Como medida preventiva la UCI establece un límite para el hematocrito en sangre, el 50%. Era el año 1997, ese año un alemán gana el Tour, por primera vez en la historia. Y ese mismo año otro alemán gana en Hawaii, por primera vez en la historia. En 1998, salta el escándalo: un registro de la gendarmería francesa durante el Tour de Francia destapa una red de dopaje en el Festina y el TVM. Cargamento de EPO para un regimiento de ciclistas. Los registros se suceden en todos los equipos. Los ciclistas se plantan: ellos no se dopan. Los españoles, muy bravos y honestos ellos se marchan del Tour, han manchado su honor. Banesto, ONCE, Vitalicio y Kelme en pleno, muestran su compromiso con la lucha antidopaje huyendo para no ser controlados ni investigados. El Tour lo gana Marco Pantani, muerto años después por problemas con todo tipo de drogas. La EPO es una realidad y muchos corredores del Festina dan valores de hematocrito superiores al 50%. A partir de ese momento la UCI decide intensificar los controles de sangre, con el fin de evitar problemas de salud por tener un hematocrito superior al 50%. Uno de los primeros en ser retirado de una competición por esa norma fue el propio Pantani, en el Giro de 1999. Pero el caso Festina oculta algo: Francia, 1998, campeonato mundial de fútbol. Pocos franceses están preocupados por el Tour, son los campeones del mundo por primera vez en la historia, y en Francia se persigue el dopaje de los ciclistas: fiesta nacional. En ciclismo no ganan porque todos van dopados, en fútbol son los mejores, sin dopaje. Años después los valores hematológicos de la selección francesa de 1998 son puestos en entredicho por el entonces médico del equipo. Aunque está escrito en su libro, poco más se supo de eso: silencio se rueda. Si a eso le unimos que los jugadores de la selección francesa no pasaron controles antidopaje, todo hace pensar que los ciclistas fueron usados como conejillos de indias, el caso Festina fue una cortina de humo de los franceses: somos campeones contra el dopaje y campeones del mundo, limpiamente. Y coincidiendo con el escándalo del caso Festina y la confirmación de que la EPO llevaba presente en el deporte mucho tiempo tenemos varios hechos destacables ese año 1998. El primero es el nuevo récord de maratón del brasileño De Costa, 10 años después de Dinsamo el récord cae, por unos segundos apenas. Mientras, en ciclismo los tiempos de 1988 son superados con creces: la media de 1998 fue 1 km/h más rápida que la de 1988 y eso que el Tour 1998 fue mas largo. Además el récord de la hora era batido cada año por diferentes ciclistas ¿Y en triatlón? Pues es curioso, en 1996 tanto Van Lierde como Hellriegel volaron, pulverizando el récord de Allen, pero en 1997, tras el anuncio del control de hematocrito por la UCI, los tiempos cayeron en picado. Ni Hellriegel (Telekom), ni Van Lierde (Mapei), ni Reid (Multisport) se acercaron al récord, y durante 8 años los tiempos del ganador eran similares a los de Scott en 1986. O sea, que mientras en ciclismo se iba mucho más deprisa que en 1988 y en maratón los récords caian poco a poco, en ironman no, se iba más lento. El 50% de hematocrito de 1998 no era capaz de superar a los Big Four de 1986-1995 ni a los dos europeos de 1996. Si a eso le añadimos que ni Van Lierde en 1996 fue capaz de correr como Allen y Scott, tenemos el guión perfecto para la película más sangrienta de la historia del deporte: IRONWAR.

 Pero el asunto de la EPO no acaba en 1998 con el caso Festina. Los siguientes años los escándalos en el ciclismo se suceden y solo la nueva era de Lance Armstrong parece dar calma a las turbulentas aguas de la EPO. El dominio de Lance comienza con el control del hematocrito (1999) y con los controles de EPO en la orina (2000). El americano es un ejemplo para el mundo entero, un ídolo con una apasionante historia de superación personal. Lejos quedan los años de la barra libre y Armstrong es el paradigma del deportista limpio. Si fuera dopado, las drogas lo matarían: Armstrong fue triatleta, es un ídolo. Sin embargo desde su primer Tour en 1999 una corriente de opinión, encabezada por el diario L’Equipe, relacionaba a Armstrong con el dopaje ¿Pero no se controlaba ya el hematocrito? ¿Pero no se controla ya la EPO en la orina? Es el año 2000 y tras 10 años de barra libre el dopaje con EPO no ha hecho más que empezar. Lance Armstrong durante 7 años nos ha enseñado que los controles no sirven para nada. En Sydney 2000 el equipo olímpico chino ve como 27 de sus deportistas no pueden participar en los JJOO por valores sanguíneos anómalos. La sangre de tortuga de Ma Junren era demasiado espesa. Años después, la propia Wang Juxia, plusmarquista de 10.000m desde 1993-2016 confesaba el dopaje de Estado de la China de Ma Junren. Y ese mismo año 2000 con control de hematocrito y de EPO en orina, el triatlón crea 8 monstruos, 8 engendros de apariencia humana que destrozan a Simon Lessing en los JJOO de Sydney. La Australia de Sutton y sus medicinas, que habían dominado el trideporte en los años de la barra libre, llega descabezada. Brett Sutton se mete en un lio sexual con una menor y es expulsado de Australia, nunca mas ha vuelto a entrenar allí. Les McDonald amenaza con sancionar a todo triatleta que siga relacionado con Sutton, amenaza que evidentemente nunca fue ejecutada, como las sanciones del trideporte: postureo triatlético. Pero aún sin la EPO que Sutton pedía a su federación, aquello fue un circo, y poco más se supo de la mayoría de aquellos engendros. Solo Raña, y Whitfield en 2008, hicieron algo destacable y 4 de ellos acabaron envueltos en asuntos de doping. Mientras el Ironman había perdido una marcha, el triatlón ITU en el año 2000 era una auténtica Casa de Fieras. El caso Festina y los controles de EPO no sirvieron de nada, el trideporte ITU seguia con la barra libre. En Ironman la cosa no va mejor, y los grandes de esos años se saben rodear de buenos médicos y consejeros. Thomas Hellriegel entrenaba en Mallorca con los Telekom, Peter Reid buscaba a Chris Carmichael para mejorar y a Luc Van Lierde le asesoraban Paul Van Den Bosch y Jan Ollbrech, el pupilo del Dr. Cees-Rein van den Hoogenband. En el curriculum de Cees-Rein aparece su pasado en Panasonic (1980s), aparte de la relación de su pupilo, colega y socio, Wilfred Rip, con Jacco Verhaeren (seleccionador holandés de natación) o Theo de Rooij (ex ciclista de Panasonic y manager de Rabobank). Por sus manos han pasado el ciclista Erik Dekker, el nadador Pieter van den Hoogenband, y futbolistas como Ronaldo de Lima o Ruud van Nistelrooij, a parte de muchos equipos olímpicos de Holanda.

Y empieza el siglo XXI, controles de sangre, controles de orina para todas las sustancias excepto HGH, controles fuera de competición, sanciones de 2 años. Artilleria pesada contra el dopaje, pero todo sigue igual, la velocidad media del Tour es cada vez mas rápida, y en maratón se baten los récords de los años de la barra libre, Paula Radcliffe establece una marca que ha durado 15 años y un keniata del grupo del “Doctor Rosa” es el primer hombre en bajar de 2h05, en natación Ian Thorpe no para de pulverizar los récords de los 1980s y estamos a punto de empezar la era Phelps. Años después sabemos que el hematocrito de Paula era una montaña rusa, que el Doctor Rosa tiene muchos atletas keniatas envueltos en casos de dopaje con EPO y que Thorpe tenía problemas con un exceso de testosterona ¿Y en Ironman? Pues poco a poco vamos perdiendo el miedo y los tiempos de Roth empiezan a bajar otra vez, los alemanes vuelven a entrenar con el T-Mobile y poco a poco van entrando en el podio de Hawaii. En el triatlón ITU sin embargo no levantan cabeza, todo el esfuerzo de los 1990s se puede tirar por la borda gracias a los engendros de Sydney, y a la corrupción de Les McDonald y su tesorera Marisol Casado. El triatlón es blando con el dopaje, siempre fueron detrás de los demás deportes, a remolque. En la lucha contra el dopaje, ojo, porque en uso de nuevos métodos son casi pioneros. Y en tapar estos asuntos también. Mientras en ciclismo y atletismo los escándalos se suceden, un asunto tan serio como perder la condición de deporte olímpico pasa desapercibido para el mundo del deporte, y del trideporte. Pero tomaron medidas. En 2002 dos triatletas ITU del equipo canadiense son sancionados 4 años, hay que demostrar que somos serios. Y McDonald aplica la ley del triatlón a su país, el mismo que había ganado las Olimpiadas y el IM de Hawaii en el 2000. En 2004, coincidiendo con los JJOO de Atenas, los casos de dopaje en el triatlón se multiplican: Katja Sumacher, Rutger Beke, Rebekah Keat y Nina Kraft. Había que ganarse la gloria olímpica y la casa no estaba limpia. Y mientras el trideporte sigue su tortuoso camino en el atletismo se destapa un caso que hace tambalearse al Tío Sam: el caso BALCO.


 El caso BALCO es uno de los pocos casos de dopaje destapados en los USA. Normalmente allí el deporte es cuestión de estado y sólo cuando algun deportista ha confesado se han destapado estos asuntos. La USADA y los federales buscaban a Víctor Conte (laboratorio BALCO), creador de una nueva droga indetectable, el esteroide TGH (Tetrahidrogestrinona). A parte de crear nuevas drogas el negocio del laboratorio era suministrarlas (EPO y esteroides) a deportistas, por medio de los entrenadores. Muchos atletas estaban en la lista de clientes, hasta 40 fueron controlados, y hubo 20 positivos pero sólo unos pocos nombres transcendieron. Años después Marion Jones, Tim Montgomery, Barry Bonds y Bill Romanowski confesaron haber mentido bajo juramento y cayeron en desgracia en los EEUU. Pero no solo atletas y baseballers usaban los servicios de Victor Conte, había muchos otros, entre ellos famosos y destacados nadadores como Matt Biondi y Amy Van Dyken. Como siempre el escándalo salpicó a los atletas, pero la natación salió indemne del asunto. Sus éxitos se deben exclusivamente a los bañadores. Pero el inicio del siglo XXI fue turbulento en el deporte. A raíz de lo que pasó en los 1990s las leyes antidopaje se endurecieron y ahora el dopaje era una cuestión de salud pública: tráfico y consumo de sustancias peligrosas para la salud de los deportistas. Las nuevas normas tardan en ponerse en práctica en muchos países. Francia fue la primera en 1998, luego los USA y el resto, pero en 2005 España todavía no tenía su regulación. En 2004 Jesús Manzano denuncia en prensa el dopaje organizado en su equipo, el Kelme, y todo el mundo del ciclismo lo niega. Le llueven las críticas, las amenazas y el desprecio de sus colegas de profesión, y de los periodistas palmeros. Nadie le cree, nadie excepto la Guardia Civil. Un avispado picoleto, el Teniente Enrique Gómez Bastida comienza a investigar al médico del equipo de Manzano en Kelme, Eufemiano Fuentes. Coincidentemente Fuentes era también el médico de Roberto Heras en Liberty cuando en 2004 dio positivo por EPO en la Vuelta a España. La operación Mamut dejó al descubierto de dónde sacaban algunas de las drogas algunos de los “Doctores” implicados en las investigaciones de la Guardia Civil. El 23 de mayo de 2006, dos años después de las denuncias de Manzano, la Operación Puerto sale a la luz pública. Cientos de deportistas están implicados pero sólo los ciclistas tienen nombre y apellidos, hasta 58. Jan Ullrich, Ivan Basso, Tyler Hamilton, Roberto Heras, Joseba Beloki y Alejandro Valverde son los más destacados, únicamente los extranjeros son sancionados y Alejandro Valverde, que dejó huellas de su ADN en Italia. Pero entre las bolsas de Eufe había futboleros, atletas, tenistas y boxeadores. Un elenco de lo más elitista de nuestro deporte, y de parte del extranjero. Eufemiano había sido médico de la federación de atletismo en los años 80-90, cuando el deporte patrio despegó por fin en el escenario olímpico en 1992. Paralelamente a su trabajo en el atletismo, Eufemiano llevó a lo mas granado del ciclismo hispano, el Orbea de Delgado y Cabestany, la ONCE de Mauri, Chozas y Lejarreta, el Vitalicio de Freire, el ONCE de Beloki y Heras y el Comunidad Valenciana-Kelme de Valverde y Pimienta son sus creaciones, en un ciclismo que desde 1975 lleva a sus campeones vinculados con un gran médico. Pero no es Fuentes el único médico implicado en la Operación Puerto. Otros galenos muy conocidos estaban trabajando con “El Canario”: Walter Viru, Merino Batres y Miguel Angel Peraita. Poco a poco la investigación fue avanzando y llevó hasta Alemania, donde Thomas Springstein “Top speed” y Jos Hermens pedían los análisis a Peraita “Top Doc”. Esto relaciona indirectamente al gran fondista mundial de los 2000s, Haile Gebreselasie, con la Operación Puerto. Pero también al triatlón, Springstein llevaba a Anja Dittmer y a su novio, Stephan Vuckovic, aquel desconocido triatleta alemán que estuvo a punto der el primer oro olímpico del trideporte. El germano ahora se dedica a recorrer las islas españolas repartiendo mercancía. La Operación Puerto es probablemente la Operación contra el dopaje mas importante jamás llevada a cabo, y sus ramificaciones están todavía vivas. Después de la Operación Festina, BALCO y Puerto, los años 2000s vieron muchas más operaciones contra el dopaje y escándalos: Caso Rabobank, Caso Telekom, Operación Grial, Operacion Cursa, Operación Galgo, Operación Jimbo, Operación Rial, Operación Estrobo, Caso Humanplasma, Caso Armstrong y muchos otros. La mayoría de estos casos tienen relación directa, o indirecta con el trideporte: además de Vuckovic y Dittmer, los olímpicos Xavi Llober y Chemi Merchan, Pancho Pontano, Lisa Hutthaler, Michi Weiss, Olivier Bernhard, los triatletas que entrenaban con Telekom (Thomas Hellriegel, Norman Stadler y Faris Al Sultan) y Mapei (Luc Van Lierde), los que “veranean” en Sudáfrica y en otros Paraísos del trideporte y muchos otros que se nos escapan. Y eso que ninguna de estas operaciones ha estado dirigida contra el triatlón, y es extraño porque hay muchos grupos que serían fáciles de controlar. Pero no, nadie desconfía del triatlón, nadie se chiva en el triatlón y por ende nadie investiga al triatlón. La realidad es que se esconden bien, lejos y en grupos reducidos, sin escándalos, sin ruido. Siempre nos enteramos a toro pasado, cuando las sanciones han prescrito, y para colmo, siempre hay algún ciclista para salvarles el culo.


 Y justo un año después de la Operación Puerto se destapa el dopaje del equipo ciclista T-Mobile (Telekom en los 90). Uno de los masajistas del equipo en los 90 publica un libro donde cuenta con todo detalle el programa de dopaje del Telekom en los años que precedieron a sus triunfos en el Tour (1992 -1996). El gran ciclista alemán Uwe Ampler era el mesías de la EPO en el equipo. Su declaración es seguida de las confesiones de casi todos los implicados: Erik Zabel, Bjarne Rijs, Rolf Aldag, Udo Bolts, Bert Dietz, etc. Todos menos Ullrich, que seguía sancionado por la Op. Puerto, y que lo negó todo. La noticia del T-Mobile no tendría mucha importancia si no fuera porque salieron los nombres de los médicos del equipo durante todos sus años de andadura. Los doctores de la Universidad de Freiburgo, Lothar Heinrich y Andreas Schmid eran los encargados de suministrar las medicinas y ejecutar  las transfusiones. A pesar de que al principio los doctores niegan todo, igual que Ullrich, el equipo los aparta y a finales del año 2007 T-Mobile retira el patrocinio del equipo ciclista. Un año después y tras la denuncia del Dr. Werner Franke se demuestra el dopaje organizado de los doctores de Freiburgo entre 1992-2007, y la implicación de Ullrich. Y como siempre, los médicos implicados en un caso de dopaje nos muestran el eslabón perdido del rendimiento en otros campeones. El nombre de Haile Gebreselasie también salió entre los clientes de los doctores de Freiburgo y justo ese año de 2007 los triatletas alemanes se retiraron del Ironman de Hawaii aquejados de dolores estomacales. Norman Stadler, vigente ganador, Faris Al Sultan, el tercero y Thomas Hellriegel, que ya llevaba varios años a la sombra, se retiraron ese día, y no volvieron al podio de Hawaii, bueno ni al podio ni al top 10, puesto al que se abonó Al Sultan hasta su 5º puesto de 2012. La razón de ese descalabro fue que los triatletas Ironman alemanes entrenaban con los ciclistas de T-Mobile, en Mallorca, o en California. Parece que una vez cortado el suministro de la gasolina de Freiburgo, también se acabó el dominio alemán en Kona. Los tanques se habían quedado sin combustible. También entrenaban con Telekom en Mallorca, Hellriegel y el joven Leder, dos de los que dejaron los podios de Hawaii cuando la EPO se empezó a detectar en los controles de orina en el 2000. El otro, Jurgen Zack, entrenaba en San Diego, y tuvo problemas con la testosterona en 2006. Lothar Leder además fue sancionado por su hematocrito semanas después del caso T-Mobile !Qué coincidencia! Además el doctor Heinrich era amigo personal del papa, y coach, de Stadler, y le llevaba el control médico a Normannator. Por supuesto, el hipócrita triatleta alemán no sabía nada de las actividades del Dr Heinrich con T-Mobile y Telekom, pero dejó de aparecer por Hawaii justo al caer el Dr. Heinrich. Unos meses después el primer positivo por CERA aparecía en el Tour, el camello de triatletas Bernard Kohl. Uno de los despedidos del extinto T-Mobile nos mostraba el secreto del único equipo alemán que ha ganado el Tour de Francia y el Ironman de Hawaii.  



 Todos estos casos de dopaje, en especial los relacionados con campeones, como el caso Armstrong, solo hacen que confirmar que sin drogas no hay héroes. Eso y la ayudita de los organismos que controlan el dopaje (COI, IAAF, ITU, WADA, etc) son el verdadero secreto de los campeones. Y en medio de esos escándalos llegamos a otra fecha clave: 2008. En 2008 el ciclismo empezaba una nueva era, la era del pasaporte biológico. Controles de sangre periódicos y contraste de los parámetros sanguíneos con los valores que tienen una alta probabilidad de ser doping. Los resultados no tardan en aparecer, el primer año ya hay 23 corredores sospechosos y las sanciones empiezan a caer en 2009, cuando los valores del pasaporte sobrepasan los límites establecidos legalmente: Ricardo Serrano, Denis Menchov, Pietro Caucchioli, Roman Kreuziger (Astana-Neal Henderson), Igor Astarloa, Carlos Barredo y Jonathan Tiernan-Locke (Sky) entre otros. Desde 2014 no ha habido más sanciones y el pasaporte es historia desde 2012, año en que se da el último pasaporte anómalo en el ciclismo. Las sanciones tardaron un poco en ejecutarse. Justo el año que los ciclistas aprenden a burlar el nuevo sistema, el triatlón tiene la primera sanción, y única, por alteraciones del pasaporte. Pero no porque los triatletas fueran muy listos, no, es porque el pasaporte no se implantó en triatlón hasta 2010. Dos años después que en el ciclismo y uno después que en el atletismo. A Mark Fretta le pillaron en bragas pero a ninguno más, los triatletas aprenden rápido. En 2011 los rumores sobre la Wellington la llevan a hacer pública su historia de controles y vemos que en 2012, 2 años después de la implantación del pasaporte biológico en el tri, la chica de Sutton deja el trideporte en plena escalada de triunfos, récords y exhibiciones a lo Paula Newby-Fraser, metiéndose en el top10 de los chicos. En atletismo, como en triatlón, el pasaporte tarda en dar resultados. Los primeros en 2012, rusas, como no. Durante 2013 y 2014 los casos se suceden con cuentagotas, pero tienen un denominador común: Rusia. Ningún americano, ningún ingles, ningún anglosajón. Y el pasaporte comienza a mostrar su cara más oscura: la corrupción del dopaje. Es fácil esconderlos, mucho mas que los controles. Por eso nadie los enseña y cuando lo hacen canta la gallina (Chris Horner, Paula Radcliffe o Marta Domínguez). Pero no adelantemos acontecimientos y sigamos en 2008, Les McDonald se jubila y cede su cetro a Marisol Casado, su anterior secretaria. Ese mismo año caen dos campeones: Dmitry Gaag y Jurgen Zack. Desde entonces ninguno más, solo pringaos, parias del deporte. Esos que no ganan nada dopándose ni lo ganaran nunca. Pagan justos por pecadores y nos cebamos con ellos. Mientras, los campeones se forran a costa de nuestras licencias y en el trideporte gastamos dinero en controles para nada. Marisol cuida bien del pasaporte. Es española, paisana de "grandes luchadores" contra el dopaje. Y curiosamente, coincidiendo con el reinado de Marisol comienzan los éxitos del triatlón patrio en distancia ITU. En Ironman seguimos viviendo del podio de Eneko en 2008, las banderitas. 



 Los años de Marisol pasan sin pena ni gloria en la historia del dopaje, salvo sus críticas a la WTC por no controlar a Lance Armstong en su vuelta al trideporte, y a la Super League por la falta de controles anti-doping, poco ha hecho Marisol por evitar el dopaje en el triatlón ITU. Sin embargo en Ironman las retiradas sorpresa, lo que Pedro Delgado llama el "Tú retírate chaval, retírate o lo que sea de alguna manera" nos han permitido seguir el rastro del dopaje. Un dopaje que tiene su momento cumbre, su punto culminante en un hombre: Lance Armstrong. El americano vuelve al trideporte en 2011, y tras sus grandes éxitos de 2012 todo parece indicar que se puede presentar como candidato al Ironman de Hawaii. Pero en 2012 la suerte de Lance parece cambiar. Se ve envuelto en un juicio por fraude deportivo, con muchos de sus ex-compañeros como denunciantes y testigos. La USADA va a por él. Armstrong se cae con todo el equipo, Nike le retira el patrocinio y le pide dinero, y el americano confiesa, y lo cuenta todo. Desde Ed Borysewicz, pasando por Massimo Testa, Chris Carmichael, Michelle Ferrari y por último, otra vez, Chris Carmichael en su vuelta al triatlón. Y estos nombres, que escriben la historia de dopaje de Lance Armstrong, muestran la historia de dopaje del trideporte: el dominio de los Scotts en los 80 (Borysewicz y sus médicos), la magia del difunto Larsen y Chris Lieto entre 2005-2010 (Testa), los entrenamientos de muchos triatletas profesionales (Brett Sutton y el Team GB) en Saint Moritz (feudo de Ferrari) y finalmente el omnipresente Chris Carmichael, o CTS para el trideporte. Aunque solo 2-3 triunfos en Hawaii se pueden atribuir a Carmichael, su influencia en el trideporte es incuestionable: Peter Reid, Norman Stadler, Simon Whitfield, Tim DeBoom y Craig Alexander han probado los métodos del CTS. Los métodos de Armstrong, los métodos de los campeones desde siempre.


 Y ahora sí, llegamos a uno de los últimos y más sonados escándalos del deporte, el caso de corrupción de la IAAF. Corrupción y dopaje, todo junto. El presidente de la IAAF, Lamine Diak, junto con Nick Davies y otros miembros de la IAAF, y su propio hijo, que le asesoraba con su empresa privada, pedían mordidas a los atletas, la mayoría rusos/as, a cambio de no sancionarles por valores anómalos del pasaporte biológico. El vicepresidente de Diack, Sir Sebastian Coe, no sabía nada. El caso se destapa por la denuncia pública de una de las atletas implicadas, que pagó y no recibió su premio: fue sancionada. La devolvieron sólo la mitad del dinero. El escándalo es mayúsculo, un gran número de atletas están implicados, y acaba con la presidencia de Diack. Sir Sebastian Coe, el que veía y callaba, es el nuevo Jefe del atletismo, apoyado por el propio Davies y el hijo de Diack, Papa Massata. Un deportista “limpio” que cimentó su leyenda en los años de los JJOO del orgullo americano, y anglosajón. Había que demostrar que eran mejores que los rusos a cualquier precio. Ganó a los comunistas en sus olimpiadas de 1980 y rindió a un nivel muy alto hasta los JJOO de 1984, los de las transfusiones de sangre de los americanos, y en 1986 desapareció de la escena atlética. En 1983 enfermó de toxoplasmosis, enfermedad que afectó a varios deportistas en los 80s y después (Navratilova, Coe, Higuita), se recuperó prodigiosamente para volver a ser oro en Los Angeles, esta vez sin los rusos de Moscú 1980, esos que iban cargaditos de esteroides y transfusiones. Y ahí sigue, en su Guerra Fría particular, pero esta vez manejando los hilos. En el trideporte ITU, el homólogo de Diack y Coe es Marisol, la persona con más poder en la lucha antidopaje. Y Cómo no, el triatlón también tuvo su protagonismo en el caso de los rusos. En el informe McLaren había cuatro triatletas rusos implicados en el asunto de controles positivos silenciados por la federación rusa. Marisol salió rápidamente a defender a los triatletas rusos que fueron a los JJOO de Rio. Seguro que los rusos votaron por ella en las elecciones de la ITU que tuvieron lugar a finales de 2016.

 Y acabamos con el último escándalo del dopaje mundial: las Autorizaciones de Uso Terapéutico (TUEs en inglés). Los TUEs son un salvoconducto para doparse, una patente de corso para aquellos que buscan marcar la diferencia amparándose en un problema de salud. Algo que empieza a ser una epidemia entre los campeones: Indurain, Armstrong, Contador, Noya, Wiggings, Mireia y Froome son enfermos crónicos. En 2016 y tras el abuso de poder de la IAAF, el COI y la WADA contra los atletas rusos, keniatas, y todos los que pudieran plantar cara al TeamGB, unos piratas informáticos entraron en la base de datos de la WADA, donde se encontraban los archivos de los TUEs de los deportistas que participaban en los JJOO de Rio 2016. Había cientos de ellos y curiosamente los actuales grandes campeones de los deportes hermanos del triatlón estaban allí. El trideporte también. Y eso que faltaban los que no estuvieron en Rio. Muchos medallistas del TeamGB y de los USA tienen TUE, la patente de piratería moderna. Todo orquestado por la WADA de Reenie y la IAAF de Coe y amparado por la FINA de Julio Maglione, la UCI de Pat McQuaid y la ITU de Marisol. Por la natación no están los más grandes, Phelps y Ledecky, pero sí algún medallista, bueno, unos cuantos: Jeanette Ottesen (DAN), Mireia Belmonte (made in SPAIN), Cameron Van Der Burgh (SA), Siobhan-Marie O'Connor (Team GB), John "Jack" Conger y Kathleen Baker (USA), Cate Campbell, Madison Wilson, Taylor McKeown y Emily Seebohm (AUS). Desde las olimpiadas triatleticas del 2000, Australia es la que más medallas tiene en natación, por detrás de los USA. Ese es el nivel que dan los TUEs. Por el ciclismo están los dos Sir británicos ganadores de los últimos Tour de Francia: Bradley Wiggings y Chris Froome, ademas de sus compis del Team GB, Steve Cummings, Callum Skinner y Laura Trott, el aussie Jack Bobridge (plata en Rio y Londres) y el siempre presente Fabian Cancellara (SUI). Ese que era bueno de joven pero que ha estado metido en todos los casos de dopaje (Operación Puerto, Caso Cechini y TUEs) y de trampas (motorcillos) de los últimos años. Por el atletismo tenemos a Mo Farah y Galen Rupp, los dos mejores fondistas olímpicos desde Gebreselasie, los dos pupilos de Salazar. Otros que están de mierda hasta las orejas. Y por el trideporte, Alistair Brownlee, el mejor triatleta de la historia olímpica, el hombre que le cierra el paso al “Corazón Rebelde” de Noya en el Olimpo del deporte, también está. Esto de los que estuvieron en Rio, porque hay serios indicios de que Contador también tiene TUE, como lo tuvo en su día Armstrong, ambos con enfermedades diagnosticadas y con medicación dopante. Pero Contador no fue, se cayó. Igual que se cayó Noya, otro que es posible que tenga también un TUE vitalicio. En el triatlón hay numerosos triatletas con TUE, 58 americanos y 100 españoles confirmados. Los TUEs del trideporte, como los pasaportes biológicos están a buen recaudo en el cajón de Marisol. Desde 2008 el triatlón, en competiciones ITU y en todos los Ironman menos Hawaii, es el único deporte en el que se va más claramente más rápido que en los 90s. Y todo esto se lo debemos a los dirigentes de la ITU y de la franquicia IM. Gracias a ellos el IRONWAR esta a punto de ser solo una página de la historia sangrienta del triatlón: la trilogía del Trideporte.